Día
Nacional del Libro
Si bien el "Día Internacional del Libro" se conmemora todos los 23 de
abril a nivel mundial, en Argentina también se celebra el "Día del
Libro" todos los 15 de junio.
Ahora bien, ¿A qué se debe?
Ahora bien, ¿A qué se debe?
Se debe a que un día 15 de junio de 1908, el Consejo
Nacional de Mujeres hizo entrega de los premios y menciones de un concurso
literario que había organizado en el marco de lo que entonces era la "Fiesta del
Libro". A partir de entonces, el nombre de la fecha ha variado, sin embargo la
esencia ha sido relativamente la misma: homenajear y distinguir ese objeto
complejo y conocido como libro.
Finalmente, en 1924, un decreto oficializó la
Fiesta del Libro y el 11 de junio de 1941, a través de una resolución
ministerial, se decidió cambiar el nombre de la fecha por Día Nacional del
Libro, tal como lo conocemos actualmente.
Partiendo de esta celebración, son muchas las actividades, enseñanzas y
eventos que se pueden realizar con los niños, para
acercarlos aún más a la literatura de nuestro país y para fomentar el
gusto por la lectura.
Pese a que los niños están cada vez más en contacto con la tecnología, el libro es un objeto irreemplazable y el deleite por la literatura no caduca.
Pese a que los niños están cada vez más en contacto con la tecnología, el libro es un objeto irreemplazable y el deleite por la literatura no caduca.
Un poco de historia
Hacer una mención detallada de la
evolución o historia del libro como soporte de escritura resulta sumamente
extenso para una efemérides, sin embargo, sí podemos resumir sus saltos y
cambios más significativos. En la Antigüedad, los soportes de escritura eran la
piedra, las tablas de arcilla, madera o marfil, la seda, etc. Al poco tiempo,
aparecieron los papiros, una especie de lámina creada por los egipcios a base
de una planta acuática que nace a orillas del río Nilo. La elaboración de estas
láminas, o primeros «papeles», implicaba un proceso de varias semanas —mantener
en remojo el tallo, luego cortarlo en tiras, entrelazarlas, prensarlas, extraer
toda la savia y volver a prensarlas hasta obtener como resultado una especie de
tela que, una vez seca y prensada, serviría como soporte de escritura—. Con el
paso del tiempo, el papiro fue reemplazado por el pergamino, soporte similar
pero creado con pieles de animales cuya resistencia al paso del tiempo y las
condiciones climáticas fueron superiores a las del papiro. Tanto el papiro como
el pergamino eran enrollados, formando así rollos que reunían escritos sobre un
mismo tema, institución, relato, etc.
A principios de la Edad Media, estos
rollos fueron disponiéndose en la forma que hoy conocemos el libro, es decir,
un conjunto de láminas cuadradas o rectangulares sujetas unas a otras desde su
costado izquierdo y formando así el lomo del libro. Esta nueva disposición de
las láminas se realizó con el objetivo de facilitar la lectura y aprovechar sus ambas
caras. Por lo tanto, podríamos decir que el libro, en la forma física en que hoy
lo conocemos, tiene su origen en el inicio de la Edad Media, cuando los pliegos
o láminas encuadernadas, o códices, fueron reemplazando a los
rollos de papiros o pergaminos.
Actividades propuestas
- Participar en Leer 20-20: el desafio https://desafio.leer.org/
¿En qué consiste esta iniciativa?
Consiste en una plataforma digital (desafio.leer.org.ar)
en donde las familias, docentes y alumnos pueden acceder gratuitamente desde la
computadora, tablet o celular a más de 100 libros de literatura infantil
de reconocidos autores organizados por edades (desde bebés hasta los 12
años). Además, incluye juegos y sorteos para entusiasmar a los niños
con la lectura. Cada participante debe cumplir con el desafío de leer 20
libros en un año.
- Anima a tus alumnos a fotografiarse con su libro favorito y forma un collage con todas ella.Puedes hacer la cartelería en papel u optar por el formato digital, crear un póster con Glogster, por ejemplo, o una nube de palabras con todo lo que significa para ustedes la lectura.
- Escribir un microrrelato. Lectura y escritura son dos aficiones que pueden retroalimentarse. Puedes fomentar la creatividad y el amor por las historias proponiendo a tus alumnos que escriban un microcuento, con una longitud determinada (por ejemplo, por número de palabras o frases). Para inspirarles, puedes proponer una frase de inicio o de final, un tema, un protagonista concreto, etc. Aquí tienes algunos ejemplos que puedes usar. En la web del longevo concurso Relatos en Cadena hay un decálogo con consejos para escribir microcuentos.
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